Hoy escribo esto acostada desde mi cama, porque lógicamente cuando te sientes débil es lo que sucede...
Les contaré una pequeña anécdota.
Hace muchos años quería tener amigos, yo nací en 1999 y como bien sabrán una soy mayor, pero cuando era una niña quería tener amigos como cualquier otro, poder jugar, confiar, reír. Me juntaba con niñas en mi colegio, pero la mayoría de ellas se agrupaban según intereses, muñecas, moda, comedias que miraban sus mamás, las estudiosas, las vagas.. yo era parte de las "gordas".
Me sentaba sola, en el patio, a comer mi merienda, y siempre había alguien que me decía que si seguía comiendo iba a ser horrenda y vaca y nadie me iba a querer.
Al principio no les hacía caso, pero se metían con todo de mí. Mi peso, mi cabello, mi rostro... Tenia una verruga en mi nariz y como era niña no me depilaba las cejas, por tanto eran más una sola que dos separadas.
En fin, no era muy agraciada, súmale a esto mis dientes desparejos, era horrible.
Llegaba a mi casa y me convencían de que estaba bien y que no me tenía que preocupar, pero yo me miraba al espejo y no me gustaba, las otras niñas de mi edad eran bonitas y yo no... ¿Cómo habría tenido tanta mala suerte?
En mi niñez y la mitad de mi adolescencia sucedió esto, el bullying se acrecentaba y los abusos eran innumerables.
La señora pubertad llegó abriendo paso y cambiando el formato de mi cuerpo, debido a la depresión comía y comía y la grasa se fue estancando.
Un día conocí a un chico y me dio vergüenza ser como era... Más allá de que yo le agradara, quería que si otra persona estaba a mi lado no tuviera vergüenza de mostrarme y yo sentirme orgullosa de mostrarme a su vez. Conocí a A y M, las pinzas de cejas, los ejercicios, empecé de a poco hasta que me acostumbré, comencé a usar maquillaje y a cambiar mi forma de vestir, de peinarme y de hablar, dándome más seguridad al actuar.
Mil apodos exóticos fueron puestos en mí y no para insultarme, sino que la mayoría no creía que era yo cuando volví. Los chicos que me hacían bullying ahora estaban detrás de mí, mis ex amigas me miraban con recelo, pero había algo más... Algo que no me dejaba descansar. Y era que por más que me maquillara y arreglara me seguía sintiendo gorda. La ropa era grande, no me gustaba. Las chicas que veía en las redes sociales eran delgadas y hermosas, y yo no podía ser completamente hermosa si mi cuerpo no era hermoso...
Por eso acudí a Ana.
Ana se aferró a mí y mi voluntad de acero. Pasaron dos meses y adelgacé super rápido, y luego la ropa me quedaba grande... Me deprimía...
Murió mi mejor amigo y caí en una depresión muy fea. Mi mejor amiga se fue y no sabía en quien apoyarme. Me refugié en la comida, de nuevo, comiendo y comiendo porquerías y envenenando mi cuerpo, más de una vez siendo hospitalizada por gastroenterocolitis, culpa de la comida y mío, al refugiarme en ella.
Ahora estoy bien, y como estoy bien acudí a Ana de nuevo.
Espero que Ana nunca me deje sola, gracias a ella pude ver el cielo y no supe valorarlo. Esta vez sí lo haré. Y con orgullo.
Al igual que tú, tú puedes hacerlo también.